El texto que incluyo a continuación pertenece al discurso con el que Juan Luis Cebrián deleitó a los presentes en los últimos Premios Ortega y Gasset, celebración que, en venturosa casualidad, coincidía con el 35º aniversario de El País, antiguo diario independiente de la mañana (ahora es dependiente mañana, tarde y noche). Todo el mundo sabe que Cebrián ha sido, es y será un eminente periodista, un magnífico escritor y un excelso hombre de negocios, además de un ilustre académico, huelga decirlo. Pero delante de tan distinguido y prestigioso público y quizás henchido por la coincidencia de celebraciones (ya se sabe que tanta fiesta termina por aturdir), quiso demostrarnos a todos su capacidad pedagógica. Y decidió explicarnos, con un ejercicio práctico destinado a la prosperidad, lo que es EL CINISMO.
La prensa, si es libre, se aviene mal con los poderes (políticos, económicos o religiosos), pero goza del sustento de miríadas de ciudadanos. Ellos no son únicamente los destinatarios del producto que realizamos, sino los verdaderos propietarios del derecho a la libre expresión que el diario administra. Entre esos muchos amigos, citaré desde luego a los intelectuales y escritores que desde muy temprano se incorporaron a nuestras páginas. García Márquez, Camilo José Cela, José Saramago, Carlos Fuentes y, por supuesto, nuestro querido último Nobel, Mario Vargas Llosa, por mencionar solo a los más renombrados, contribuyeron así a la tarea de rescatar para la prensa de nuestro país la tradición cultural, la excelencia del idioma y el aire fresco de la libertad.
El título del discurso, en una inigualable muestra de síntesis, es Por la democracia y la libertad, contra la ignorancia. En estos casos, amigos y amigas, no queda más reacción que quitarse el sombrero y aplaudir a los maestros. Gracias, Juan Luis.