Lo dice el narrador (uno de ellos) de
Las babas del diablo, el cuento de
Cortázar: escribir es como respirar o ponerse los zapatos.
Son cosas que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que contar lo que pasa [...]
Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago. Escribir es provocar que el lector pise arañas y respire vidrios.