Hace
más de una hora que podía haberse ido, pero sigue ahí, solo, y en apenas seis
horas volverá para abrir de nuevo. Le veo cada noche desde hace años. Lo revisa
todo, una y otra vez. Parece que va hacia la puerta, que apaga la luz, ya es
hora de echar el cierre... pero algo se le ha olvidado, tras la barra, o en el
baño, quizás revisar los rollos de papel. Es el bar más limpio de la ciudad
pero él siempre encuentra un brillo que pulir o quizás una casa de la escapar.
O que siempre olvida dónde ha aparcado el coche y trata de demorar el momento.
Cómo no especular. Cómo no imaginar su historia, la vida de ese hombre que no
puede salir del bar. O no quiere.