Howard Jacobson ha ganado recientemente el Booker con la novela The Finkler question. No conozco a este escritor, pero lo importante, si es cierto lo que dicen, es que es un libro de tono humorístico (sobre lo que significa ser judío en la actualidad). Esperemos que este premio -que pasa por ser el más reconocido en lengua inglesa- ayude, de alguna manera, a la literatura que pretende hacer reír sin renunciar a la seriedad, al compromiso artístico, con todo lo que este conlleva. Y cuando digo "ayudar" me refiero a darle el prestigio que no tiene, aunque quizás esta carencia afecte más a los premios y reconocimientos públicos que al lector o al espectador. Porque lo mismo pasa con el cine. ¿Por qué nos cuesta tanto otorgar la calidad de buena, con todo lo que el término tiene de vago e insustancial, a una película que nos haya hecho reír y sin embargo, no nos cuesta nada alabar una historia que nos haya hecho, por ejemplo, llorar? ¿Por qué la superioridad de lo trágico frente a lo cómico? ¿Acaso las películas de Wilder o Lubitch son peores o merecen un prestigio menor que las de FritzLang o Rossellini? Son caminos distintos, nada más.
UNO, DOS, TRES - Billy Wilder (1960)
NINOTCHKA - Ernst Lubitsch (1939)
ANEXO (18 de octubre): Eduardo Mendoza ha ganado el Planeta, que no es el más prestigioso en lengua española, como parece ser el caso del Booker en lengua inglesa, pero sí el que más lectores tiene (o al menos compradores). Así que buena noticia de nuevo para el humor.