10 de enero de 2012

Confesión

El talento profesional del tenista Michael Joyce como paradigma de ciertas ideas sobre el libre albedrío, la libertad, las limitaciones, el gozo, el esperpento y la realización humana, ensayo incluido en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

Otro magnífico ejemplo de cómo se puede escribir condenadamente bien sobre cualquier tema (el tenis en este caso), aunque en apariencia ese tema sea poco literario o poco “favorable” a la reflexión sobre la condición humana (especialmente, no os lo perdáis si os gusta el tenis). E unibus pluram: televisión y narrativa americana, otro de los ensayos del libro, es ya otra cosa: excelencia literaria, mas allá de si uno está de acuerdo o no con las opiniones y el análisis (es difícil no estarlo en la gran mayoría). Lo que me fastidia es haberlo leído 10 años después de cuando podría haberlo leído (la primera traducción al castellano es de 2001). Mejor tarde que nunca, en este caso. Eso sí, espero prestar más atención, tener más ojo clínico, mejor criterio como lector y referencias críticas más audaces ahora (creo que sí) que a principios de este siglo. Para enterarme de la publicación de ensayos como éste de Foster Wallace, antes de que pase una década. Y leerlos. Y disfrutarlos. Y asimilarlos. Antes. No tan tarde.


Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer

David Foster Wallace, traducción de Javier Calvo

Mondadori, 2001