Me he acordado de Pascual Serrano
con la apertura de la web Madrid Versión
Original. Comparten una especie de contraperiodismo frente la información
mediática (y mediante). Está siendo curioso el tratamiento de la propia
información (la apertura de la web) en los distintos medios. Algunos califican
la web de censura. ¿Censura? Será lo que sea la web, hablémoslo, pero no es censura.
¿A quién censuran y cómo? Censura es cerrar la web, que es lo que reclaman los
críticos más extremos. ¿Dónde está el problema en desmentir o matizar
informaciones falsas? Lo deseable es que no tuvieran que matizar nada. Dice la
presidenta de la FAPE al respecto: “El
papel del periodista es ejercer ese contrapoder imprescindible en la sociedad y
que garantiza a la ciudadanía el derecho a recibir información libre”.
Completamente de acuerdo. Sobre todo en lo de “libre”. ¿Qué hacemos entonces con RTVE? El problema es que se
asocia iniciativa privada a libertad informativa. Sería un error comprensible (si fuera tal y no una estrategia) teniendo los medios públicos que tenemos, manejados de manera torticera
por sus responsables políticos. Ese no es el modelo, obviamente. Pero que un
modelo no haya funcionado no anula otros posibles modelos que desarrollen el
mismo concepto de otra manera. En fin, parece que se están cabreando más los
medios que corren más riesgo de ser matizados. Cabreo non petita, manipulatio manifiesta (disculpen los académicos
mi latín inventado). Y respecto a la electoralista asociación entre la web y el ministerio de la Verdad orwelliano, responde a un ejercicio de
imaginación (interesado) propio de la ciencia ficción. Por ahora la web no es más que otra fuente digital de noticias y comunicados. Como siempre, el matiz se pierde por la taza del partidismo.
Madrid Versión Original puede ser una buena herramienta o no, ya lo
veremos: dejemos que el ruido de fondo pase, cacemos primero el oso, tiempo
habrá para vender la piel y criticar lo criticable, que para eso estamos. Analicemos la necesidad de herramientas informativas públicas
que “hagan frente” a los grupos de comunicación privados que copan el panorama
informativo (no digo que Madrid Vo lo sea, o que sea la herramienta necesaria, digo que es un síntoma de la enfermedad). En este punto alguno puede llevarse las manos a la cabeza, pero
qué quiere este, ¿más Canal Sur, más Telemadrid, más telediarios de TVE?
¿O es un peligroso populista bolivariano? Ni peligroso ni populista ni
bolivariano ni todo lo contrario. Simplemente soy partidario de que el público ciudadano no se forme e informe a través de los cauces
convencionales, es decir, los grandes grupos mediáticos controlados, lo sabemos
ya, por quienes deberían ser los principales controlados. A partir de esta
idea, veo necesario el desarrollo de proyectos informativos de variado pelaje
que no dependan de esos grupos de comunicación. Madrid VO es una de las
posibles respuestas a este problema. Es una respuesta “pública” (hay otras privadas que funcionan en este sentido). Que sirva de
algo o no ya lo veremos. Puede ser un primer paso en el camino adecuado. Y ya
se sabe que los primeros pasos suelen venir acompañados de extrañeza e
incomprensión. Y si además hablamos de una propuesta llevada a cabo por una de
los nuevos demonios nacionales del partidismo mediático patrio más escorado a
la derecha, esa incomprensión y esa extrañeza se convierten en ataques que de
nada sirven para discutir sobre la idea en sí misma: la necesidad de
abrir un debate acerca de la pertinencia de cierto periodismo que dependa de
representantes votados por el público ciudadano. Algo que no sucede con los diferentes
responsables de los grandes medios privados con los que aún se informa la gran
mayoría de la gente. Si muchos no queremos que nuestro derecho a la sanidad y a
la educación los gestionen manos privadas, ¿por qué no empezamos a plantearnos nuestro
derecho a la información de la misma forma?