12 de julio de 2015

Colau y las ilusiones encontradas

Más allá de fobias y filias, de gustos y disgustos, algo bueno que puede pasar (ya está pasando) con la llegada de gente como Ada Colau al gobierno de ayuntamientos, comunidades y lo que surja es que nos enteraremos de muchas cosas que no sabíamos, para bien y para mal. Costumbres, mecanismos, sistemas de funcionamiento. Hasta ahora eso de "levantar la alfombra" quedaba sólo en una amenaza que el equipo rojo y el equipo azul se hacían mutuamente en campaña, pero cuando llegaba uno de los dos al poder, se quitaba la alfombra pero para colocar una capa de hormigón financiada por la banca nacional. Si alguien va a tratar de hacer frente a determinados aspectos muy necesarios que hasta ahora se han ignorado o fomentado en función de determinados intereses, son este tipo de políticos. Pecaré de ingenuo pero me cuesta imaginar alguien que venga del activismo y trague con determinadas cosas, no sólo por una cuestión de imagen, sino por coherencia personal, por no contradecir su propio pasado y toda una trayectoria. Ahora bien, el poder es el poder, se lo traga todo, el pasado y hasta el futuro. Pero si es así, la única manera (o una de ellas) de comprobarlo de forma definitiva es dando una oportunidad a gente como ella. O no, que diría Mariano.