18 de diciembre de 2015

¿Os imagináis?

¿Os imagináis que los candidatos, víctimas de un repentino ataque de honestidad, liberados por circunstancias extraordinarias, empezaran a decir todo lo que piensan, dejando a un lado estrategias electorales y consecuencias personales? ¿Os imagináis unos políticos que, sin renunciar a sus ideas, nos contaran la verdad? ¿Os imagináis votar así? Pongamos que el primero en romper la baraja fuera... SEGUIR LEYENDO


11 de diciembre de 2015

Los Don Draper de la política

Artículo en Negratinta sobre la figura de los asesores políticos en el cine:

Se llaman Stephen Meyers, Doug Stamper, Kasper Juul, Leo Notte, Leo McGarry o simplemente Saunders. Para la gran mayoría son nombres desconocidos. Les reconocerán quienes hayan visto la serie o la película a la que pertenecen. Son personajes de ficción, algunos más protagonistas que otros, pero la mayoría no son la figura central en sus respectivas tramas, lo que no quiere decir que su importancia sea secundaria. Todo lo contrario. Su labor está peor iluminada, nada más. A los actores les sucede así lo mismo que a los personajes que interpretan: bombillas en la sombra. Son los asesores: consejeros, secretarios, publicistas, periodistas, escritores que dirigen los hilos mediáticos de su protegido sin salir en los créditos. El cine se ha encargado de mostrarnos cómo son estos Don Draper de la política. Los encargados de fabricar...SEGUIR LEYENDO

9 de diciembre de 2015

Pocas nueces para tanto ruido


Artículo en Negratinta sobre el debate del 7-D:


Más allá de promociones desmesuradas y adjetivos sobrecargados de adrenalina (se llegó a calificar el plató como “santuario sagrado de la pasión política”), el debate ha sido, por encima de todo, una especie de primera puesta en escena del panorama político que se presupone para la próxima legislatura. Cuatro partidos con posibilidad, no tanto de gobernar, como de influir de forma decisiva en la formación y en las futuras decisiones del gobierno elegido. Este es al menos el dibujo oficial. Veremos si la realidad de los resultados electorales termina de colorear ese mapa esbozado hasta ahora por las encuestas y los medios.

Las horas previas del debate fueron una apasionante receta catódica con aromas de Gran Hermano, Premios Goya, contrarreloj final de la Vuelta a España y Grand Prix (Alberto Garzón y Andrés Herzog representaban aquí el papel de los concursantes que se quedaban a la puertas de la gala final, con fans reivindicativos incluidos). Primero apareció... SEGUIR LEYENDO

 

4 de diciembre de 2015

La rentabilidad de los alardes

Artículo en Negratinta sobre el gobierno de Rajoy y Cataluña:

Es ya una tesis aceptada que la forma de tratar la cuestión catalana durante los últimos cuatro años por parte del gobierno de Rajoy ha elevado el número de votos “independentistas” en las pasadas elecciones autonómicas, al tiempo que se los restaba al propio PP, reducido a once escaños tras los comicios (los mismos que Catalunya Sí que es Pot y uno más que la CUP). Y es que como decía aquel, lo de Rajoy y su gobierno no han sido formas, sino alardes. A veces ignorantes, a veces ridículos, pero alardes al fin y al cabo (recordemos el vídeo Al PP le gusta Cataluña, sin duda una de las cumbres audiovisuales de la legislatura, en donde nuestro presidente, con ese guiño tan suyo en el rostro, nos enseñaba que los catalanes “hacen cosas”). Lo que no parece tan claro es que esas formas, alardes y ocurrencias... SEGUIR LEYENDO

1 de diciembre de 2015

La utopía y la autoyuda

Sobre la utopía y la toxicidad social de "la autoayuda o el pensamiento positivo o el desarrollo personal o como lo estén llamando esta semana". La última frase: "Para qué lograr la felicidad de todos pudiendo convencerse de que basta con estirar la boca por las comisuras"




24 de noviembre de 2015

Navarro, un clásico milenarista





Un clásico nunca termina de decir lo que tiene que decir.
 Italo Calvino


Hablemos del milenarismo (sólo un momento). Conocido popularmente por la irrisoria algarada que protagonizó en su momento Fernando Arrabal, el milenarismo es, según la Wikipedia, la doctrina según la cual Cristo volverá para reinar sobre la Tierra durante mil años, antes del último combate contra el mal. El pasado fin de semana, Juan Carlos Navarro, Juanqui, La Bomba, ha jugado su partido número 1000 como jugador azulgrana (más de seiscientos en ACB y casi trescientos en Euroliga). No son mil años, de acuerdo, ni Navarro es Cristo, suponemos, pero son mil partidos reinando con la camiseta de unos de los mejores equipos de Europa en las últimas décadas. Durante sus dos primeras temporadas alternó el primer equipo con el filial (fue Aíto García Reneses quien lo ascendió de forma definitiva en la temporada 1999-2000). Ya en su primer partido, con 17 años, dejó en la estadística diez puntos en otros tantos minutos de juego. Y la sensación de que el milenarismo podía llegar al Palau de manos de aquel chico flaco con el 5 a la espalda. Más adelante llegaría el 11. Y con él, un clásico como pocos quedan.

Con la selección española ha ganado tres Europeos, un Mundial y dos platas en los Juegos de Pekín y Londres. A nivel de clubes, siempre con el Barcelona excepto el año NBA en Memphis, tiene 8 Ligas ACB, 6 Copas del Rey, 2 Euroligas y una Copa Korac. En el terreno individual, Navarro ha sido escogido MVP de la ACB en 2006, de la Euroliga en 2009 y del Europeo de Lituania en 2011, además de ser el jugador más valioso en la Final Four de 2010 y en tres ocasiones en la final de la ACB (2009, 2011 y 2014). A los datos, a los que siempre les falta un contexto, hay que añadir múltiples momentos y jugadas inolvidables, sin olvidar esa “bomba” que ha hecho famosa y que ha acompañado su nombre a lo largo de una trayectoria brillante. Si esto no es un clásico, que venga Jordan y lo vea.

Su primer título ACB fue en Sevilla, en el año 1999 (3-0 al Caja San Fernando). Pero no jugó ni un solo minuto en toda la final. Era el momento de Djordevic, de Alston, de Dueñas. Navarro se quedó en el banquillo, aprendiendo e imaginando cómo serían tantas finales en las que luego sería dueño y señor del cotarro.  Dice Calvino que los clásicos ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual. Uno de esos pliegues nos traslada hasta la mayor exhibición de su carrera hasta ahora. Lituania. Septiembre de 2011. El día 14 le metió 26 puntos a la Eslovenia de su amigo Bozidar Maljkovic. Dos días más tarde le endosó 35 a Macedonia, 19 de ellos en un tercer cuarto mágico (aquel triple a una pierna con dos defensores encima). Y en la final aportó 27 puntos para ganar a Francia y hacerse con uno de los MVPs más evidentes de los últimos años.

Navarro ha dominado desde el tiro y el conocimiento del juego, armas diferentes a las que hoy prevalecen en el baloncesto: la potencia y la velocidad (aunque por otro lado, son los triples los que toman cada día mayor protagonismo en los partidos, y uno de los equipos NBA más laureados en los últimos tiempos son los Spurs de Greg Popovich, paradigma de la inteligencia aplicada al juego colectivo). En el año que pasó en Estados Unidos, en los Memphis Grizzlies (con un sueldo de 540.000 dólares brutos, menos de la mitad de lo que ganaba en el Barcelona), fue escogido en el segundo quinteto de rookies y hasta hoy es uno de los novatos que más triples ha metido en un partido, ocho. En Memphis compartió vestuario con Pau Gasol, hasta que el de Sant Boi fichó a mitad de temporada por los Lakers, dejando solo a Navarro en la aventura americana. No se perdió ni un partido a pesar de la exigencia física al otro lado del Atlántico y dejó 11 puntos de media. Pero aquello no era para él ni para su familia, y decidieron volver. Europa y Barcelona esperaban con los brazos abiertos el regreso del clásico.

Solía plantearse el gran Andrés Montes qué íbamos a hacer cuando no estuviesen Pau Gasol y Juan Carlos Navarro. El 4 y el 7, Daimiel, ¡el 4 y el 7! Por suerte aún no ha llegado el momento de que los dos mejores jugadores de la historia del baloncesto español dejen las canchas, pero lo cierto e irrefutable es que cada vez va quedando menos. Aunque cualquiera lo diría, en el caso de Pau, después del último Europeo de Francia. ¿Y en el caso de Navarro? Se perdió el Europeo por lesión y ha comenzado la temporada de forma prudente, con pocos minutos. Su estado de forma y el papel que jugará este año en el equipo, con los juegos olímpicos como paisaje de fondo, es todavía una duda.

Lo más probable es que veamos un Navarro menos anotador y más generador de juego, en la línea de sus últimos años, en donde se ha confirmado como un excelente asistente a la altura de los diez mejores de la historia ACB, el único jugador que no es base en esta lista (¿terminará su carrera jugando en esa posición?). En este sentido, no hay que olvidar la exhibición de Navarro en la final de los Juegos de Pekín en 2008, contra EEUU (sí, aquella final). Contexto: EEUU nos había ganado bien en la primera fase (82-119), y mediada la final, las perspectivas no eran las mejores. Aíto, que conocía el material, decidió dar descanso a Ricky Rubio y colocar de base a Navarro. Y Juan Carlos respondió. Ni Chris Paul, ni Jason Kidd ni Deron Williams eran capaces de parar los fundamentos del de Sant Feliu, que no había alcanzado su nivel habitual a lo largo del torneo. En la final, 18 puntos y 4 asistencias, y aquellos flagrantes pasos (no pitados) en los últimos segundos del partido, como última ironía resignada frente a una derrota que se creía injusta.

En esta temporada, puede también que veamos un Navarro más decisivo y puntualmente utilizado, reservado para los minutos y los partidos importantes, vital al final de temporada y en esa Final Four que ya espera en Berlín. En cualquier caso, pase lo que pase y le quede el tiempo que le quede jugando al baloncesto, lo mejor que podemos hacer es disfrutar de cada una de sus acciones. Es un clásico, y como dice Calvino, un clásico nunca termina de contarse, de decir lo que tiene que decir. Yo permaneceré con el oído bien abierto, no vaya a ser que nos sorprenda aún con uno de los mejores capítulos de su obra deportiva. Porque a Navarro le pasa algo similar a lo que declaraba aquel lema para promocionar a Lola Flores: no es el más alto ni el más rápido, pero oigan, no se lo pierdan. En efecto, no es el más fuerte ni se acerca (no obstante, según dicen quienes saben, tiene un físico privilegiado) y es bajito para las alturas baloncestísticas. Pero con todo y con eso, hablamos del segundo mejor jugador de la historia del baloncesto español, y uno de los perimetrales, como diría Manel Comas, más destacados de la historia del baloncesto europeo, sin entrar en comparaciones ni clasificaciones. Navarro es otra cosa.

18 de noviembre de 2015

Periodismo en zona de guerra

Está muy bien que los medios envíen a los primeros espadas a París. Pero qué sucede con Raqqa, por ejemplo, quién es el guapo que se va allí (yo no, os lo aseguro). Lo digo porque esto ayuda a darse cuenta de la importancia de la presencia de periodistas en zonas de conflicto. Esos periodistas son también soldados, pero de otra guerra. Para ellos mi absoluta admiración y todo mi apoyo. No se les suele tener en cuenta cuando se habla de víctimas, cuando son una parte fundamental en el necesario engranaje que lucha día a día porque la mentira y el falseamiento de la realidad no sean otra arma de guerra más, un arma que, de no desactivarse, continuará provocando más víctimas. Y lo que es peor y más perverso: víctimas legitimadas por esas mentiras.
Por eso es tan importante dar toda la prioridad y los medios a los hombres y mujeres que tienen el valor de estar donde nadie quiere estar pero es necesario estar. Porque no podemos saber si no, en este caso, el alcance de los últimos bombardeos franceses en Raqqa. No podemos saber si es cierto lo que digan al respecto el gobierno francés, ruso o estadounidense y, por tanto, los medios de comunicación, que se dedican a rebotar y expandir la información aportada por esos gobiernos y sus ejércitos. Tampoco valdrán como prueba, por supuesto, vídeos que pudieran aparecer de los terroristas tratando de demostrar la muerte de civiles en estos bombardeos.
Dicen los que saben y más experiencia tienen que los corresponsalías ya no son como antes debido en parte a la falta de financiación, que no siempre permite mantener a periodistas preparados y expertos en las zonas a la que son enviados, de forma que muchas veces, las informaciones responden a las mismas carencias y manipulaciones que las ofrecidas por las agencias y el resto de medios sin presencia en el terreno, o con presencia interesada (ahí está la figura del “periodista empotrado”). Repito: mi admiración y apoyo a quienes no forman parte de esta tendencia y continúan tratando de ejercer su primordial tarea con la mayor autoexigencia, profesionalidad e independencia posibles. Y con una valentía, ni remunerada ni reconocida en su medida, que para mí quisiera.

16 de noviembre de 2015

La proximidad del terror

Artículo sobre los atentados de París, publicado en Negratinta:

Las reacciones a los atentados del viernes en París están tomando caminos similares a los ya recorridos tras el atentado a la redacción de Charlie Hebdo. La propia lógica inmediata y sintética de las redes sociales, sobre todo de twitter, empuja en muchos casos a caer en respuestas fáciles y provocadoras alejadas de cualquier reflexión. Una vez más, parece únicamente una cuestión de equipos: nosotros contra ellos, buenos contra malos, cristianos contra musulmanes, Oriente contra Occidente. Los telediarios, para variar... seguir leyendo



1 de noviembre de 2015

Octavio


Segundo microrrelato en La Cueva del Erizo: Octavio

http://lacuevadelerizo.com/wp-content/uploads/2015/11/bar-blanco-negro.jpg


1 de octubre de 2015

El desierto de lo electoral

Artículo en Negratinta sobre las elecciones catalanas, Philip Dick y Matrix:

"En La penúltima verdad, novela de Philip Dick, los ciudadanos viven en búnkeres subterráneos donde trabajan fabricando armas y maquinaria para continuar la guerra que llevan a cabo los robots en la superficie, los únicos capaces de sobrevivir en una atmósfera radioactiva y repleta de bacterias mortales para el ser humano. En estas circunstancias, un tipo llamado Talbot Yancy, un robot con aspecto humano, es el encargado de informar a los ciudadanos de lo que ocurre afuera. Pero todo es una gran mentira, una ficción bélica recreada por profesionales en estudios de grabación y sobre el propio terreno para mantener engañados a los humanos. La guerra terminó hace diez años. Lo que ven cada día en las pantallas de sus búnkeres no es más que un simulacro para mantenerlos bajo tierra, trabajando, produciendo, alimentando la mentira si..."

Seguir leyendo

24 de septiembre de 2015

El talento profesional del baloncestista Pau Gasol como paradigma emocional de ciertas ideas sobre el deporte, el liderazgo colectivo, las limitaciones humanas y el uso de sombrero


Lo que ha hecho Pau Gasol en este último Europeo es la enésima demostración de liderazgo y confianza que les ha regalado a tantos conferenciantes y motivadores profesionales obsesionados con adaptar la competición deportiva a los valores empresariales. Otra master class audiovisual que mostrar a todo el que pretenda liderar un grupo, no sólo por los números inesperadamente estratosféricos de Pau a lo largo de todo el torneo (ya de por sí admirables), sino por cómo ha conseguido empujar al resto del equipo hacia una continua progresión: había que estar a la altura de tanta grandeza. No olvidemos las declaraciones del propio Pau –también de Sergio Scariolo- sobre el menor nivel del equipo respecto a convocatorias previas. Si usted fuera uno de los sujetos implicados en ese nivel menor, ¿no trataría de elevarlo por todos los medios?

Cada partido tiene sus duelos y quebrantos, sus alegrías, pero la semifinal entre España y Francia del pasado Europeo y la exhibición de Pau Gasol fue uno de esos momentos deportivos épicos que hacen afición, que están por encima de las habituales consideraciones. De esos partidos en los que al espectador, al final, después de dos horas de espectáculo, ya casi ni le importa quien gane o pierda. Pero lo grandioso es que además ganamos. Como decía Santini Rose en su artículo, cuántos “vamooos” y cuántos “tomaaaa” recibimos en nuestros móviles durante aquel partido. Esa es una buena medida del alcance de estas gestas: lo que provocan. Ante encuentros como el que completaron Pau y sus secuaces (les robamos la final a los galos), ante semejante esfuerzo televisado que nos metía en la final (y en los Juegos Olímpicos del año que viene), lo único que a uno le sale es aquello que dijera en su momento Pepu Hernández, seleccionador español, tras ganar en 2006 el oro en Japón: BA-LON-CES-TO.

El campeonato que ha completado Gasol ha sido indescriptible. Ayudan los números: 30´5 puntos y 9´7 rebotes de media a partir de octavos de final (sin despreciar, claro, lo que hizo durante la fase de grupos). Pero el punto álgido, el momento épico que pasará al recuerdo, será la semifinal contra Francia. Pau metió la primera canasta y la última, y entre medias las siguió metiendo de todos los colores, como una gallina a la que se le cayesen los puntos (y así todo el campeonato). La última jugada de esa semifinal es una de las más hermosas que he visto nunca. No por su estética (que también), no por su importancia (que también), sino por las emociones que desató.  Ese mate de Pau después de que todo el equipo eludiese con brillantez la falta de los franceses (por entonces ya abatidos por la revancha) provocó que millones de españoles saltaran, gritaran y se emocionaran olvidando por completo problemas varios. Porque no nos engañemos: no sólo ganaba España, además perdía Francia. Y esto es también el deporte para el aficionado y telespectador: diversión, evasión, soltar adrenalina para eliminar rabias cotidianas. La sensación de que estamos todos juntos en algo, una hora y media o dos, no más. De ahí las pasiones que despierta, porque en el fondo, no queremos estar solos, queremos formar parte del grupo, de la tribu. Queremos ser como este equipo, queremos parecernos a ellos. Nos sentimos orgullosos.

Muchos de quienes no entendemos la patria en función de los habituales términos, sin embargo sentimos en momentos como este una especie de satisfacción por compartir nacionalidad y deporte con un tipo así. “Pautriotismo” podría servir como concepto para acercarnos a las emociones que despierta este hombre en todos los españoles, tanto los que le ven siempre que pueden como los que le ven cuando quieren. Porque en estos casos no hay diferencia entre quienes sabíamos lo grandioso que es y quienes han admirado por primera vez esa grandeza: ninguno esperábamos que fuera a pasar lo que ha pasado. En principio siempre hay unos que confían más, y otros que menos (el carro siempre es grande para que todos vayan subiendo en distintas paradas), pero al final todos somos de Pau cada verano. De Pau y los suyos.

La patria aquí sería él, su generación, su manera de afrontar el juego y de enfocar el deporte profesional. No olvidemos que hablamos de un jugador de 35 años, y aquí reside una de sus mejores cualidades: la capacidad física y mental para mantenerse en la élite durante tanto tiempo. Me decía un amigo que Gasol refleja la mejor versión de un español que los españoles imaginamos ser. Y es que la manera de ser de Pau en la pista sería así un paradigma deportivo y vital en el que reflejar nuestra esperanza. A ella nos agarramos aunque el sudor nos haga resbalar en ocasiones, aunque a veces el balón no quiera entrar. Simples matices del azar.

A lo largo de su carrera, cuyo final nadie se atreve a predecir, Gasol ha ganado a nivel de clubes dos ligas ACB y una Copa del Rey a este lado de Atlántico (volverá para intentar ganar la Euroliga). En la NBA ha ganado dos anillos con los Lakers, una de las dos franquicias más laureadas de la liga, además de participar en otra final y en cinco All-Stars. Y con la selección tiene dos platas olímpicas en 2008 y 2012, un Mundial en 2006 (y otro junior en 1999, cuando empezó todo) y tres Europeos (2009, 2011, 2015), además de un bronce y dos platas en 2001, 2003 y 2007. Más de una década de ensueño con la absoluta. Una barbaridad que le convierten sin duda en el mejor jugador europeo de todos los tiempos si hablamos de selecciones. Y si no, lo mismo también.

Las absurdas quejas arbitrales de los franceses tras la semifinal, la mezquina música de viento mientras Pau recogía el MVP más contundente de la Historia y, por último, las recientes dudas esparcidas sobre la “limpieza” del jugador que los ha sacado del campo, sólo significan una cosa: Pau es demasiado bueno, mucho más de lo que algunos pueden soportar al norte de la frontera, en donde parecen dedicarse más a sospechar sobre los límites ajenos que a recapacitar sobre las propias limitaciones. Hay que reconocer la grandeza cuando se manifiesta. C'est la vie, mon amis. No es sencillo cuando uno es la víctima, por supuesto, pero ahí reside la clase. En esos momentos no queda más que disfrutar, aprender y echar de menos el sombrero. Para poder quitárselo.

Y es que cada año que pasa, cada torneo internacional en el que compite, Pau agranda esos recuerdos que formarán parte del saco de batallitas que contaremos en el futuro a quien quiera escucharnos (¿hablamos del mejor jugador europeo de todos los tiempos?). Recordaremos la imagen de Pau Gasol gritando después de machacar, con la camiseta de la selección, no con la del BarÇa, no con la de Memphis, no con la de los Lakers, no con la de los Bulls. Porque a pesar de todo lo que ha hecho Pau en sus clubes (lo de ganar dos anillos NBA se ponderará aún más con el paso del tiempo), alcanza el siguiente nivel si hablamos de lo que ha hecho a lo largo de su carrera con el equipo español (que no selección), participación tras participación. Gracias a Pau, gracias a los doce campeones de Europa. La pautria está con vosotros. Nos vemos el verano que viene en Río 2016. Sabemos que ya tenéis una misión en mente: que a la tercera vaya la vencida. Objetivo de nuevo muy complicado, tiempo habrá para analizar optimismos y pesimismos al respecto. Desde luego sería el final soñado para los últimos mohicanos de esta generación. La jugada perfecta.