Confesión de impaciencia
Confieso
que a estas alturas de capilaridad facial y genital, creía estar ya
vacunado contra la egolatría y la necedad características de tantos
imberbes en proceso de formación mental. Está claro que uno no termina
de conocerse nunca. Habrá que echarle paciencia. Con el tiempo, el pelo
crece.