15 de noviembre de 2013

Confesión de impaciencia

Confieso que a estas alturas de capilaridad facial y genital, creía estar ya vacunado contra la egolatría y la necedad características de tantos imberbes en proceso de formación mental. Está claro que uno no termina de conocerse nunca. Habrá que echarle paciencia. Con el tiempo, el pelo crece.