“Desde
la mano derecha hasta la izquierda del mismo hombre hay a veces una
distancia oscura. No se trata de que una parte esconda intenciones o
incluso acciones. Es otra cosa. Cuando abres los brazos para recibir a
alguien, esa distancia aumenta y la mano, en cada extremo, señala un
cierto modo de dispersión de tu cuerpo. Cuando el abrazo se concreta y
las manos por fin se reencuentran en la espalda del otro, formalizan un
símbolo al mismo tiempo desolador y esperanzado: sólo en la espalda del
otro se unen tus dos partes con una energía digna de admiración. Prueba,
sin otro cuerpo al medio, a unir con fuerza, incluso con violencia, tus
manos, y verás el ridículo, entenderás la diferencia de intensidad.
Pero a veces –como bien sabes- no hay otro cuerpo”.
Enciclopedia, GonÇalo Tavares