Una casa de campo cercana a Versalles, verano de 1967. En una misma mesa comen un hombre con aspecto viejo y respetable, con el pelo blanco, y un hombre más joven que el anterior. Les acompañan a la mesa los anfitriones de la casa, de quienes son invitados, quizás huéspedes, y algunas personas más. El hombre más viejo parece resignado con la aduladora presencia del más joven, que en ese momento dice estar rodando una película llamada Pierrot el loco, precisamente mientras el otro rueda, a las afueras de la casa, los exteriores de su Al azar Baltasar. El hombre más viejo es Robert Bresson, el más joven Jean-Luc Godard. Y una de las personas que asiste divertida al encuentro entre ambos genios es una joven actriz llamada Anne.
Para esa joven, que deslumbró a Bresson –igual que anteriores protagonistas lo hicieron- aquel rodaje era el primero de su vida, porque ni tan siquiera se había planteado una carrera como intérprete antes de conocer a aquel hombre por medio de una amiga que se empeñó en presentarlos.
Ahora esa joven actriz es también escritora, galardonada con varios premios en Francia. Y en una novela corta escrita con sensibilidad y sencillez nos cuenta cómo fue aquel rodaje y aquellos días de verano en los que se transformó en una mujer consciente del poder que adquiría al darse cuenta de que, efectivamente, existía. Además, para los amantes de Bresson, Wiazemsky les regala un retrato íntimo –mucho más cercano a la realidad que a la ficción- del director y de la particular y posesiva relación que mantuvo con él durante aquel rodaje.
Para Anne, la escritora, la nieta de FranÇois Mauriac, aquel verano quedará siempre en el recuerdo, porque allí conoció sin saberlo a quien sería su marido años después: Jean-Luc Godard. Las primeras palabras que le dijo fueron:
- ¿Y usted, señorita?
La joven
Anne Wiazemsky
El Aleph Editores
2008