20 de noviembre de 2008

Un proyecto atractivo



He conocido a Tavares a través de Vila-Matas (no es el primer libro o escritor a los que llego gracias a él), que se ha erigido en su padrino literario en España. Por el momento he leído El señor Valéry y El señor Brecht, dos de los tres libros que hasta el momento se han editado en Mondadori (el otro es El señor Henri) de este escritor nacido en Angola y educado en Portugal que se llama GonÇalo M. Tavares. Pertenece a esa nueva hornada de novelistas portugueses –inagotable la literatura lusa de calidad- que son también poetas y periodistas, como José Luis Peixoto o Jorge Marmelo, entre otros.

El proyecto conocido como “El barrio” o “El barrio de los artistas” es paralelo a sus novelas, un proyecto largo, muy loco, utópico, en el que lo que preocupa al autor no son los datos más o menos biográficos de las vidas de los escritores, sino el tono de su escritura o los temas que escogían. De esta forma Tavares quiere homenajear a aquellos que más influyeron en él, juntándoles en un barrio imaginario que huele a Chiado literario, la idea es hacer una historia de la literatura desde la ficción. Después de Bertold Brecht, Paul Valéry y Henri Michaux nos esperan los señores Breton, Melville, Cortázar, Virginia Woolf, Corbusier, Lorca, Wittgenstein, Beckett, Foucault y una larga lista que hacen de este proyecto una novedad original y atractiva.

Detrás de la aparente sencillez de los libros –la edición parece la de un libro infantil, en el texto se intercalan dibujos realizados por la mujer de Tavares, la estructura se basa en capítulos muy cortos y ninguno llega a las cien páginas- se esconde una segunda lectura que da lugar a hondas reflexiones sobre temas como la literatura, la filosofía, la belleza.

Os dejo con un capítulo de El señor Brecht

AVERÍA

Debido a un incomprensible cortocircuito eléctrico, el que se electrocutó fue el funcionario que bajó la palanca y no el criminal que se encontraba sentado en la silla.

Como no hubo manera de solucionar la avería, en las ejecuciones siguientes el funcionario del gobierno se sentaba en la silla eléctrica y era el criminal quien se encargaba de bajar la palanca mortal.