Es la hora de los listos en el supermercado.
En torno a las 4. Es
cuando, quienes nos creemos muy listos, vamos al supermercado pensando
que los muy y mucho españoles están terminando de comer mientras los más
europeos ya sestean. Conclusión: el supermercado estará para mí solo,
mientras el resto del personal tendrá que esperar largas colas más tarde
por no pensar un poco y dejarse llevar por la modorra. De tan listos
que somos, nos olvidamos de los otros que son tan listos como nosotros,
los que han pensado lo mismo que tú. Los que te convierten en un tonto
de remate que se ha quedado sin siesta.