LA FELICIDAD
Por supuesto que al final siempre nos sentimos solos y un poco decepcionados. Pero ése no es el problema. Eso es, sencillamente, inevitable. Además, la soledad no tiene por qué ser tan terrible. El verdadero problema ahora es la felicidad. Esa obsesión. La maldita felicidad ha adquirido un protagonismo asombroso. En particular, como cuestión permanentemente irresuelta. Como algo inaplazable y urgente.
Tengo la impresión de que todo el mundo anda ahora muy preocupado con su felicidad. Alguien, alguno de esos avispados filósofos de masas, ha estado por ahí diciendo que tenemos la obligación de ser felices, y ha organizado una buena. De modo que ves a toda esa gente preguntándose: ¿soy feliz?, ¿soy realmente feliz?, ¿qué se supone que debería hacer ahora, más temprano que tarde, para ser todavía más feliz de lo que soy? Les ves haciéndose esa clase de preguntas y no puedes menos que pensar que aquí está fallando algo.
(Capítulo 29: de la felicidad)